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Aprender a Fracasar

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“Ever tried. Ever failed. No matter. Try again. Fail again. Fail better”. “Lo intentaste. Fracasaste. Da igual. Prueba otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor”. – Samuel Beckett

Estamos culturalmente condicionados a perseguir el éxito, entendido como alcanzar mis metas y lograr el reconocimiento de la comunidad, y rechazar el fracaso que representa el fallo en conseguir esos objetivos luego de haber tomado acciones para ello.

Sin embargo, éxito y fracaso son caras de la misma moneda, y tanto estar solamente enfocado en uno como rechazar el otro es una garantía de mediocridad. Sin estar dispuestos a fracasar no hay camino al éxito posible, y sin conciencia del para qué quiero el éxito no hay fracaso tolerable.

El tan temido fracaso es inevitable, pero no permanente, como tampoco el éxito resulta permanente. El éxito de hoy rápidamente se vuelve un recuerdo, y luego mediocridad para finalmente volver al fracaso.

Gran parte de la mediocridad imperante se debe a la resistencia al fracaso, ante la posibilidad de fracasar elegimos la comodidad de lo conocido que, aunque no sea lo que realmente quiero lo valoro como mejor que fracasar. Y es que nuestro sesgo cultural hacia la dupla éxito-fracaso nos hace desperdiciar nuestros valiosos fracasos y sobre todo desaprovechar el camino hacia el efímero éxito. Pasamos nuestro tiempo anhelando un éxito que no va a durar y nos ausentamos de un presente de fracasos continuos que son las experiencias que tengo disponibles aquí y ahora.

Si por miedo a fracasar no nos animamos ni a soñar, entonces ya hemos elegido el camino de la mediocridad.

Aprender a fracasar es liberador, te libera del miedo, te libera de estar siempre queriendo estar en otro momento de tu vida que no sea el presente.


Si te animas a soñar, y te comprometes con hacer esos sueños una realidad, entonces implícitamente has aceptado el fracaso como maestro. Porque a partir de ese momento todo lo que no es como yo quiero es un fracaso. Y si estoy dispuesto a abrazar ese fracaso, puedo descubrir en esas experiencias las lecciones requeridas para lograr esos sueños. Y más importante aún puedo entregarme al proceso de la vida para transformarme en aquel a quien esos sueños le resultan realidades cotidianas.

Cuando eliges comprometerte con tus objetivos, el fracaso está garantizado, y también el éxito. Nada puede impedir que lo logres, salvo la muerte, que muchas veces es vista como el fracaso de la vida, y no como un aspecto esencial de la vida misma. Todos vamos a morir, tanto si vivimos plenamente, como si simplemente duramos día tras día. La diferencia está en si vivimos comprometidamente y con propósito, si estamos dispuestos a fracasar y aceptar esos fracasos, seguramente la muerte nos interrumpirá en medio de uno más de nuestros numerosos proyectos, y sino solamente será el escape de una vida monótona que hace tiempo perdió su sentido, si es que alguna vez lo tuvo.

La elección no está en fracasar o no, sino en tener la lucidez para vivir en lugar de solo durar.


“DE TODO, QUEDARON TRES COSAS”

La certeza de que estaba siempre comenzando,
La certeza de que había que seguir
y la certeza de que sería interrumpido
antes de terminar.

Hacer de la interrupción un camino nuevo,
hacer de la caída, un paso de danza,
del miedo, una escalera,
del sueño, un puente, de la búsqueda, …un encuentro

– Fernando Pessoa

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