Coaching

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Reconocemos al coaching como un entrenamiento para lograr cosas, y aunque esto es cierto, es una simplificación enorme de lo que implica participar en un proceso de coaching.

Queremos cosas aunque “tener” no hace feliz a nadie, ni resuelve ninguna cuestión de fondo más que el logro de eso específico que nos planteamos tener.

El coaching es una forma de relacionarnos que nos permite lograr resultados extraordinarios. Sirve para lograr cuestiones concretas, tanto materiales como en el dominio de las relaciones. Pero no es por esto que me fascina y le dedico mi vida a desarrollarlo.



Lo que más me atrae del coaching, es la cosmovisión del ser humano desde la cual opera. Nos pone en un lugar de protagonismo en la vida, somos los hacedores de nuestra experiencia, de cada uno depende vivir su vida como le plazca, sueñe, o elija. Cada uno tiene a su alcance su propia experiencia, para aprender, descubrir, tomar conciencia, y crear su vida.

Cuando hago coaching logro de manera natural vivir pleno y feliz, y enrolo a otras personas a que hagan lo mismo.

Aquello que queremos lograr no es tan importante, es la excusa para emprender un viaje de conciencia. El requisito, el precio del viaje, es querer algo lo suficiente como para abandonar la comodidad del “ya sé”, y tomar riesgo, exponerse, explorar, permitirse volver a la experiencia en lugar de refugiarse en el concepto. Lograrlo o no, no es relevante, en un proceso de coaching los resultados son lo único que importan pero no son lo importante.

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