El Coaching en las organizaciones

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Es imprescindible saber cómo hacer algo para poder hacerlo, pero el conocimiento técnico por sí sólo no basta.

Para construir un puente es necesario el conocimiento tecnológico correspondiente. Hay que saber ingeniería. Este conocimiento es una condición necesaria, pero no es suficiente. Si toda la tecnología que se requiere para hacer un puente no está articulada en un contexto de coordinación efectiva de acciones van a surgir una serie de cuestiones que obstaculizarán la ejecución del puente. Sin las competencias necesarias para desarrollar relaciones y coordinar acciones, sin la capacidad de negociar coherentemente con todas las partes involucradas en la construcción, el puente no va a existir y en su lugar vamos a tener una discusión entre personas inteligentes y técnicamente idóneas. Podemos preguntarnos: ¿Por qué las personas que forman un equipo se pelean, se critican y se calumnian? ¿Por qué es difícil coordinar acciones efectivas y generar sinergia? ¿Por qué las personas de un equipo se culpan entre ellas cuando algo no sale como quieren? ¿Por qué pasa esto aun cuando los procesos técnicos están funcionando dentro de los parámetros establecidos?

En el ámbito de las organizaciones no son pocos los proyectos que fracasan porque quienes estuvieron a cargo de ellos fueron incapaces de darse cuenta de que su poca efectividad era atribuible a su inconsciencia respecto de quiénes eran ellos, más que a incompetencias técnicas. Esta falta de conciencia puede haberse manifestado en la forma en que trataban a sus clientes y se trataban entre ellos, en omitir reflexionar sobre sí mismos, por haber resultado incapaces de desarrollar habilidades o competencias que les permitieran conversar y lograr una comunicación efectiva, por no poder entenderse y ser ciegos a su propia obsolescencia, por querer tener razón respecto de la manera como debían hacerse las cosas, y no por incompetencia técnica. La pérdida de competitividad puede sobrevenir por la falta de conciencia del estado de cosas que impide abrir la posibilidad de aprender y desarrollar las competencias técnicas que permitan seguir en el mercado. Ante una brecha de efectividad es posible asumir que “quien” actuó lo hizo sin tener desarrolladas las cualidades y habilidades necesarias para producir los resultados deseados. Muchas empresas quiebran porque las personas que las integran han fracasado en el “quién” más que en el “cómo”, y este “quién” es el dominio humano de las organizaciones, el campo de juego del Coaching.

Para terminar el puente es necesario integrar el dominio técnico con el humano. Es necesario combinar la efectividad con la humanidad. El Coaching es una disciplina que logra esta integración enfocándose no en las técnicas y procedimientos, sino en la persona que los utiliza, ya que más allá de las competencias técnicas, es en el dominio humano donde se desarrollan los procesos que van a impedir o permitir el logro de los resultados deseados. Es en este dominio humano donde toma sentido lo técnico y donde radica la ventaja competitiva de las empresas.

Los grupos están integrados por seres humanos que, trabajando juntos, suman las distintas competencias que se requieren para lograr un objetivo. Las relaciones, los grupos, son el espacio que tenemos para crear algo, y es a partir de la forma en la que nos relacionamos unos con otros que podemos alcanzar objetivos que individualmente sería muy difícil o imposible lograr. Es para eso que existen los equipos. A su vez, lo que puede hacerse en un equipo está limitado por el contexto que proveen las personas que lo forman cuando interactúan. La capacidad de acción de un equipo es una función de las relaciones que las personas que lo conforman establecen entre sí. Es posible ampliar las posibilidades de acción de un grupo al intervenir en sus procesos de toma de conciencia y comunicación; en sus conversaciones.

El Coaching permite diseñar conversaciones para que con ellas las personas de un equipo produzcan las acciones que generen los compromisos necesarios para el logro de los objetivos declarados. Para ello es necesario desarrollar habilidades para tomar conciencia y coordinar acciones, y son estas destrezas las que constituyen las competencias conversacionales. El Coaching presenta una propuesta de transformación que se arraiga en las conversaciones que las personas tienen, tanto consigo mismas como con los demás, ampliando así la efectividad de una organización. Así como en el dominio técnico la efectividad es una función de las competencias técnicas, en el dominio humano observamos que la efectividad es una función de las competencias conversacionales.

Para desarrollar las habilidades que permitan a las organizaciones producir los resultados que se proponen es necesario entrenar a las personas que las componen. El Coaching propone un entrenamiento en el desarrollo de competencias conversacionales que inciden profundamente en las personas. Al desarrollarlas aparece en la comunicación un nuevo nivel de efectividad que expande el entendimiento entre los seres humanos y que es capaz de abrir un espacio de escucha para que cada persona pueda desarrollar maestría en la expresión de ideas, negociación de diferencias, resolución de conflictos, liderazgo, generación de una visión compartida, etcétera. Esto a su vez hace posible revertir viejos modelos y estructuras de pensamientos para dar lugar a nuevas maneras de pensar, sentir y obrar. El resultado final es la constitución de equipos altamente efectivos en su gestión y que, a su vez, trabajan en un clima de compañerismo y unidad.

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